La línea 88 recorre más de 100 kilómetros y suple la ausencia del servicio ferroviario
Cruza el AMBA de punta a punta y, ante la suspensión del ramal Roca por obras, es el único puente diario para miles de trabajadores, estudiantes y familias del suroeste bonaerense que van y vienen de Capital Federal.
Para quienes solo la ven pasar desde la vereda, la línea 88 podría parecer un colectivo más. Para sus usuarios es la certeza de que todos los días podrán llegar, de algún modo, a donde necesitan. Como Darío Sueldo, vecino de Caballito, que usa la línea desde hace más de 30 años para ir a trabajar a San Justo: “Voy cómodo, tranquilo y en general somos los mismos pasajeros. Viajar en la línea 88 es como viajar con la familia. El chofer ya conoce en qué paradas frenar para los pasajeros que siempre suben y todos en general nos saludamos con el chofer”, cuenta Darío a Buenos Aires/12, acostumbrado a compartir la rutina con otros trabajadores y estudiantes que se reparten entre la Universidad Nacional de La Matanza, oficinas de la Ciudad y los talleres de la provincia.
En la Plaza Miserere, a metros del trajín porteño y las multitudes apuradas, hay una dársena donde el tiempo parece estirarse. No es el punto de partida de un viaje cualquiera: allí comienza el recorrido de la línea 88, un colectivo que cruza la Ciudad de Buenos Aires hacia el Conurbano y el suroeste bonaerense. En sus asientos viajan obreros, estudiantes, turistas, maestras rurales, vecinos de una región que hoy, tras el silencio de los trenes paralizados, dependen casi exclusivamente de este transporte de color blanco, rojo y verde.
El colectivo 88 de la empresa Expreso Liniers, atraviesa 150 paradas, cruza barrios, ciudades y pueblos, conecta la estación de Once con destinos como Cañuelas, San Miguel del Monte o Lobos, bordeando la extensa avenida Rivadavia y metiéndose luego en la Ruta 3, ya en el Conurbano.
Durante el último tiempo, la importancia de la línea 88 se volvió casi absoluta para la zona de Cañuelas y sus alrededores. Tras la suspensión de ese ramal del tren Roca por presuntas obras ordenadas por el gobierno nacional -sin certezas de cuándo volverán los rieles-, la única arteria colectiva para miles de personas es el servicio de Expreso Liniers. Es un dato técnico pero tiene implicancias profundas: sin tren y sin este colectivo, para muchos alumnos, docentes, trabajadores, el acceso a sus escuelas, a sus trabajos o a una consulta médica sería, simplemente, imposible.
La voz al volante
El que mejor puede contar lo que significa la 88 es alguien que la maneja hace 20 años, y que ya viene de una familia de colectiveros. Juan Franco, chofer de la empresa Expreso Liniers: “Tenemos dos ramales y en ellos vamos de Once a Cañuelas, Once a Monte y Once a Lobos. A Monte es un recorrido de tres horas y media, a Lobos también, a Cañuelas dos horas y media. También tenemos un recorrido hasta el kilómetro 48, que es donde tenemos la cabecera y ahí guardamos las unidades. Siempre con la mejor onda con la gente. Hay gente muy agradecida”.
Más allá de los números, los 110 kilómetros hasta San Miguel del Monte, las 24 mil personas diarias y las 150 paradas, la línea 88 se presenta como un río humano que recorre la provincia de Buenos Aires.